jueves, 22 de septiembre de 2011

El Lolailo

Hacía una noche estupenda. Todo era perfecto. Estábamos cenando en la terracita de un restaurante inglés en un pueblecito precioso. Nuestra mesa estaba bajo unos árboles de grandes flores rosas. La cena estaba buenísima. Las costillas se deshacían como mantequilla y las patatas fritas rebozadas en harina estaban muy ricas. A nuestro lado había otro restaurante en el que alguien tocaba música en directo. Era una pareja inglesa, ella cantaba y él tocaba el violín o la guitarra, según la canción. El músico salió a tocar el violín para la gente de su terracita. Era una maravilla. Como estábamos justo al lado, también pudimos disfrutar del espectáculo. El ambiente de la cena no podía ser mejor. La gente aplaudía. ¡Luego apareció el de “nuestra” terracita! Un tío moreno con dos dientes, (parecía uno de esos abuelos que encuentras por los pueblos de castilla) el pelo alborotado con una coleta mal hecha y tocando un lolailo gitano. La letra era impresionante: “yo soy un yonkiiiii y me meto de toooooooo, le doy a la cocaaaaaaaa”. El cántico iba acompañado de una coreografía simple y muy nuestra: unos giros bruscos de cabeza que no sé como no se le enredaba la coleta. Si fuera alemán ni nos habríamos enterado de la letra y habríamos quedado encantados. Pues con la tontería, el “Lolailo” se sacó unos eurillos.
¡Ole nuestro arte españo!

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