De repente un día te levantas y descubres que el pijama negro que te pusiste la noche anterior ahora es de color. Un día rojo porque te levantas enamorada del amor; otro día verde porque sientes que algo maravilloso te puede pasar; otro día amarillo porque estás alegre y llena de vida; otro día azul porque sientes paz interior… Ese día no entiendes cómo no te has presentado a un concurso de belleza, ¡con lo guapa que eres! Con ese tipazo que tienes sientes que deberías ser modelo de ropa interior. Qué idea más buena la del cambio de look, ese corte de pelo te queda de miedo. Qué estilazo tienes vistiendo, ¡¡ni los escaparates de Zara!! Esos días te apetece comerte una vaca, un cocido para 20 y todos los pasteles del mostrador de la pastelería de la esquina. No hay tiempo para dormir, tienes tantas cosas que hacer… ¿dónde encontrará la gente tanto tiempo?, Dios mío ¿quién se puede tragar toda la basura que ponen en la tele? Esos días te da por limpiar la casa y todo brilla tanto que te puedes reflejar hasta en la mesa de madera maciza. La cabeza, que antes tocaba casi el suelo, ahora toca casi el cielo. Las únicas lágrimas que caben en tus ojos son las provocadas por la felicidad de sentirte vivo y rodeado de gente que te quiere. No sabes cómo pero la figura de botero te ha abandonado y busca a otro de quien aprovecharse. Entonces tu cuerpo se estira como si un ángel tirase de tu pelo, pero tan suavemente que sólo notas una brisa ligera en tu cabeza.
Ese día, eres la reina del mundo.