viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad en el Supermercado

Ir al cine, de bailoteo un sábado por la noche, a un Karaoke con tus amigos… ¡¡es que no tenéis ni idea!! Lo más divertido es pasar la tarde antes de noche buena en el Alcampo. Se me ocurrió salir de casa después de llevar toda la mañana encerrada en mi autismo. Guantes en mano, me dirigí a dicho supermercado. La gente andaba como loca como si a alguien se le fuese a ocurrir retirar del mercado su turrón preferido. En la carnicería la gente se pegada por el cordero. Eso decía el cartel: “cordero”, yo sólo veía un cadáver pelao y ensangrentao que bien podía ser un caniche flaco y no enterarse nadie. En la pescadería, las marujas casi se escupían a la cara porque la maruja número 1 se llevaba un langostino que la maruja número 2 tenía fichado. En la zona de juguetes, los niños no hacían más que tocarlo todo y tú con ganas de cortarles las manos y regalárselas a los padres diciendo que era un detalle de la casa, por ser fieles un año más. Esos días la gente anda empaná. En plan dominguero. Tienes que ir pasando entre la gente dando codazos como si te estuvieras quitando zombis de encima. No compré nada porque en realidad iba a pasar el rato. Es más, si me hubiesen dejado una silla de camping y unos gusanitos, me habría quedado allí a pasar la tarde.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mis Experiencias Paranormales

Me encantan las pelis de miedo. Me encantan porque son las únicas que no me hacen pensar ni analizar la vida y como últimamente me da por ahí, pues me lío a ver pelis de este tipo como una condenada. No me dan miedo y me entretienen mucho. Podría decir que soy una experta en el género. Ayer vi una que me puso los pelos de punta. Es de actividades paranormales y fantasmas y cosas en las que no crees a menos que lo vivas tú mismo. Yo, a esto, le tengo un poquito de respeto porque he tenido un par de experiencias “raras”. Y como soy masoquista voy y la veo.
En la película, lo típico: ruidos por la caaaasa, cosas que se mueven soooolas, sombras que salen de no sé doooonde, etc. El caso es que cuando terminó la peli, estaba completamente muerta de espanto así que tuve que salir a la calle corriendo, donde al haber tanta gente, era prácticamente imposible que ningún fantasma ni ente raro se fijara en mí. Ya sería mala suerte. Después de ver tiendas, niños, perros, viejos, marujas, un árbol, luces de Navidad, coches y cosas que no dan miedo, bueno, alguna maruja recién arreglada sí que puede dar miedo, pero es de otro tipo, y tras espantar a todos los fantasmas de mi cabeza, volví a mi casa. Estaba oscura pero encendí la luz. El armario, que es de puertas correderas, estaba un pelín, y si digo un pelín es que es un ridículo pelín, abierto. Un fantasma no invitado podía estar espiando desde dentro y yo sin enterarme. Así que cerré bien la puerta. ¡¡Un fantasma menos!! También cerré la puerta del baño por si las moscas. El caso, es que me puse a preparar la cena. Ensalada. Luego me puse a chatear con un amigo y a navegar por la red. De repente, escuché un golpe seco que casi me deja seca a mí del susto. Pegué tal bote que la silla sobre la que estaba sentada crujió. Casi me descoyunto conmigo misma y en mi misma compañía. El ruido había sido en mi piso, ni en la casa del vecino, ni en el portal, ni en la calle. ¡¡En mi piso!! Y como estaba yo sola, pues evidentemente tenía que haberlo provocado un fantasma, ¿quién sino? Me levanté e hice como en las películas: ir directa hacia el peligro, pero esta vez sin director que dijera: - ¡Corten! -.
¡¡¡¡¡¡Poooorras empepinadas con almendras israelíes del mismo norte confitadas y maceradas en Ron Barceló!!!!!! ¡¡El puto huevo!! Había puesto a cocer un huevo para la ensalada y claro, chatea que te chatea se me fue el santo al cielo. El agua se había consumido por completo y el huevo aburrido de tanta sequía, explotó. Mira que los huevos son pequeños, pues yo no sé como da pa tanto un huevo para ser capaz de decorar la pared de toda una cocina. Huevo por aquí, huevo por allí, huevo otra vez por aquíiiiiiii. La cazuela, tan negra como el culo de Calimero (www.calimero.com), estaba aburrida de tanto cocer, recocer y requetecocer. Y la cocina llena de humo parecía “El coloso en llamas” pero sin llamas. Abrí la ventana para ventilar mientras me cagaba en internet, en el huevo, en la gallina que lo jiñó, en los malos humos, en los fantasmas y en las experiencias para - “anormales”.